La Totonaca

Etnia serrana, vista desde fuera.

Ponencia presentada por Carlos Caballero Z., en el Encuentro de Cronistas, Historiadores y Narradores de la Sierra Norte, el d[ia 11 de diciembre de 1993, en Huauchinango, Puel.

El conocido autor inglés Fritz Schumacher (“Lo Pequeño es Hermoso”) señala en su inquietante obra “Guía para el Perplejo”, que somos la suma, o la combinación de cómo nos vemos a nosotros mismos y de cómo nos ven otros. Como personas o como sociedades, necesitamos ser vistos desde más de una perspectiva para ser conocidos y evaluados con mayor certidumbre. Y, hablando de ver, hay que recordar que es parte de la sabiduría indígena considerar que ver es más que simplemente mirar; que ver es percibir, es profundizar, y esto no lo podemos olvidar ya que para descubrir las cosas ocultas del pasado (oficio del historiador) se requiere una penetrante y sensible percepción; misma que rechaza, por principio, el observar únicamente desde una sola perspectiva. Se trata, pues, de utilizar juiciosamente una lógica elemental que aquí ilustramos:

Si ante nosotros tenemos dibujado un pequeño círculo con un fuerte punto en su centro, lo podemos interpretar de mil maneras; para alguien puede ser la representación de un electrón y su órbita, para otro puede ser un profundo pozo visto desde su brocal, y para alguien más sólo sería un simple lápiz visto de punta, etc., etc. Lo anterior es para resaltar que la visión desde una sola perspectiva, en las artes gráficas o en la historia, es algo ambiguo y con frecuencia engañoso. Para observar con precisión se requiere ver todo en una triple dimensión que, a diferencia de lo gráfico, en lo histórico es de naturaleza espiritual ya que es en el espíritu del historiador en donde residen la conciencia, la sensibilidad y la libertad, a través de las cuales va en búsqueda de su oculta o esquiva verdad. Sin eso, el concepto de “imaginación histórica” es sólo un término.

Por otra parte, en asuntos históricos, o étnicos, una visión e afuera para adentro puede pecar de superficialidad, ignorancia o presunción, pero también una visión de dentro para dentro puede estar contaminada de aislacionismo, narcisismo o fatuidad.

Y si nuestra búsqueda histórica pretende aportar algo útil a la sociedad que nos ocupa, tenemos que desembocar en una historia crítica en el mejor sentido de la palabra. Una historia que esté alejada de un sentido anticuario, mismo que generalmente responde (con fantasías o verdades a medias) a la vindicación de la nostalgia o de la melancolía. Esa historia crítica que necesitamos, también debe estar alejada de una historia monumental que normalmente pretende, en la exaltación del propio pasado, una sospechosa necesidad de glorificar su presente. Sólo que al tratar de acercarnos a los aspectos históricos totonacas, lo primero que descubrimos es que estamos enfrentando un caso de severa amnesia histórica. Ante este hecho, nos convencemos de que rescatar su pasado es algo crucial, ya que lo que está en juego es la sobrevivencia de una gran cultura original, que aún puede seguir enriqueciendo a este país.

Para rescatar la historia totonaca, teniendo e cuenta los pocos elementos con que se cuenta, habrá que hacer un gran esfuerzo desde dentro, pero también habrá que hacer un gran esfuerzo desde fuera. Las microhistorias totonacas, aún existiendo ya y partiendo de dentro, sólo serían el inicio ya que se trata de partes aisladas de un todo, y no hay que olvidar que el todo es más que la simple suma de sus partes. Integrar la historia totonaca como un todo sería el siguiente paso, y mis experiencias hasta hoy y mi intuición me aseguran que en lo totonaco hay material con suficiente potencialidad no sólo para que el totonaca del presente se rescate a sí mismo, sino para enriquecer el todo nacional e internacional. Trataré de aportar pruebas concretas de ello.

Qué sugerente se presenta hoy tratar de rescatar el pasado de una sociedad humana en permanente búsqueda de una convivencia civilizada, pacífica y constructiva, que llega viva hasta nuestros días a pesar de haber sufrido la despiadada presión de grupos siempre caracterizados por su afán de poder: militar, político, económico y hasta religioso.

Una historia llena de penalidades, pero que cuenta con logros significativos en los campos culturales y espirituales.

Presentaré sólo algunos botones de muestra y, por comparación de realidades del mundo externo, trataré de resaltar su importancia.

Viajemos hasta el otro lado del mundo y acudamos primero al país que está dando las muestras más audaces de avance tecnológico y económico: Japón, mismo que apenas ayer anunció que ya ha hecho las primeras pruebas de un ferrocarril que alcanza la velocidad de 400 kilómetros por hora; algo que ya no sorprende si consideramos sus avances en la electrónica, la óptica, la biología, etc.

Ahora veamos una analogía espiritual, comparando algo de factura totonaca, con una serie de valores de la crema de la crema del primer mundo: la máxima figura religiosa de la más antigua, respetada y original religión japonesa, el Shintoismo, es una diosa celestial: Amaterazu o’mi Kami. La otra es el Sol, presente en la bandera japonesa. Después viene un tercer personaje; un héroe militar y político: el Emperador, cuyo sólido prestigio religioso y político aún subsiste, a pesar de los esfuerzos norteamericanos por desacreditarlo durante la pasada guerra mundial y la ocupación que le siguió.

Comparando: Para los antiguos totonacas, sus principales figuras religiosas son también, una gran diosa de los cielos Natsi’tni, también el Sol Chichiní y en tercer lugar no un héroe militar o político, sino (algo mejor para mi gusto) un héroe cultural Sha Chisku Kiliwatkan a quien se le atribuía la domesticación del maíz.

Ahora, para vislumbrar la posibilidad de que los totonaca hayan sido los domesticadores del maíz (valiosísima aportación al mundo) tenemos que buscar también afuera, y es un testimonio maya, el del Popol Vuh, que nos señala que el maíz procedía de Paxil y Cayalá, lugares que muchos sitúan en zona de Mizantla, antiguamente totonaca.

Aún en pequeños detalles hay mucho para meditar y para comparar. Por ejemplo: para aprender debidamente el gran valor de una singular creación totonaca, el de sus caritas sonrientes, tenemos qué ir más allá de lo artístico y adentrarnos en la logoterapia de Viktor Frankl (de la Tercera Escuela de Psicoterapia de Viena) así como asomarnos también a los recientes intentos españoles (varios siglos después) de cura por medio de la risa y admirar así la proyección y la visión de esta cultura que estamos considerando.

Paralelamente, para aquilatar con propiedad los logros sobresalientes de la civilización totonaca del pasado, no sólo tenemos que visitar Tajín, Yohualichan, Filobobos, etc., sino que tenemos que centrarnos en la joya arqueológica más importante de México (y posiblemente del continente) Teotihuacán, en donde los totonacas dejaron sus huellas indelebles.

Sólo que para tratar de vislumbrar lo que estaba detrás de sus impresionantes logros culturales y espirituales, y hasta el por qué de su nombre “Tutu Nakú” (literalmente tres corazones, simbólicamente tres principios vitales) tendríamos que considerar no sólo su corazón “Nakú” sino su concepto de alma “Li-stakna” y de espíritu “Li-Katzí”. Este último está en la línea total del concepto de espíritu de los filósofos alemanes que brillantemente han incursionado en este campo.

Ahora, para poder juzgar la importancia que los totonacas han tenido en el destino de México (para bien o para mal) regresaremos a casi medio milenio y al consultar a los cronistas del siglo XVI nos informarán que, en un acto de legítima defensa, la estrategia básica para que los conquistadores hispanos derrotaran a los aztecas, fue sugerida a Hernán Cortés por los caciques totonacas de Cempoala.

Pasando después a escudriñar en lo profundo del alma mexicana, consideraremos la valiosa opinión de nuestro Premio Nobel, Octavio Paz, que nos dice:

La creación más compleja y singular de la Nueva España no fue individual sino colectiva, y no pertenece al orden artístico sino al religioso: el culto a la Virgen de Guadalupe.

En relación a esto he escrito dos folletos: el primero para mostrar que si tratamos de ver el Lienzo Guadalupano con la limpia objetividad con la que seguramente la vieron y aceptaron los indígenas de 1531 y años posteriores, y no condicionados por una prolongada asociación con los valores religiosos que ellos no comprendían, no nos costará trabajo adeptar que ese Lienzo, a la manera de un códice, es una síntesis de los valores de la teología totonaca; anterior a la invasión tolteca, pero aún vigente en la Cempoala de principios del Siglo XVI y con Natsi’tni como figura central; según testimonio de los propios conquistadores.

El otro folleto es para mostrar también que Natsi’tni ocupaba en Teotihuac[an el lugar m[as importante. Abundo en detalles para mostrar que de las etnias mexicanas, la totonaca tiene el mayor número de probabilidades de haber sido la constructora original de Teotihuacan.

Bien; su fiesta, la más importante del año para muchos mexicanos, es mañana; el doceavo día del doceavo mes del año, y este doce (que era el número totonaca femenino por excelencia) enmarca perfectamente bien a esa versión totonaca ancestral de su dimensión femenina de un dios creador: Natsi’tni.

Todo lo anterior nos lleva a considerar que si fuésemos conscientes de todo el proceso histórico que culminó con la construcción del México de hoy, cuando la Guadalupana unificó a indígenas, criollos y mestizos en la lucha por la independencia de México, tendríamos que asociarlo a otro proceso histórico anterior que culminó entonces en el surgimiento de la impresionante civilización teotihuacana, cuando (las posibilidadades son) que fue en torno a Natsi’tni que se unificaron olmecas y totonacas, venidos del Golfo, con los grupos dispersos existentes en la zona.

Es por todo lo anterior, que no me queda otra cosa sino deducir, que Natsi’tni aún puede unificar vigorosamente a los totonacas de hoy que radican en la Sierra Norte de Puebla y en el estado de Veracruz, y ojalá que lo hagan, en favor de su propio bien y del Totonacapan eterno.

Esto es hasta aquí, y hasta hoy mi visión desde fuera de la etnia totonaca.

Comentarios

EXELENTE INFORMACION.Yo llevo sangre totonaca y es gratificante poder saber mas de mi herencia cultural.GRACIAS POR TAN IMPORTANTE INFORMACION…

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